José Rufino Echenique Benavente, nacido el 16 de noviembre de 1808 en Puno, fue una figura militar y política peruana que ejerció la presidencia del Perú entre 1851 y 1855. Su mandato es principalmente conocido por su programa de consolidación de la deuda interna, que buscaba pagar las deudas heredadas de las guerras de independencia. Sin embargo, su gobierno se vio empañado por acusaciones de corrupción y terminó con una guerra civil que lo obligó a dejar el poder.
Echenique comenzó su carrera militar a una edad temprana, participando en las guerras de independencia del Perú y en las campañas de Simón Bolívar. Rápidamente ascendió en las filas del ejército, convirtiéndose en una figura clave en la política peruana post-independencia. Como aliado de Ramón Castilla, desempeñó un papel importante en la lucha contra el régimen dictatorial de Manuel Ignacio de Vivanco.
En 1851, Echenique sucedió a Castilla como presidente después de ser elegido democráticamente. Durante su mandato, lanzó un ambicioso programa para reembolsar las deudas a individuos que habían financiado las guerras de independencia. Sin embargo, este programa de consolidación de la deuda pronto se vio afectado por acusaciones de corrupción, ya que figuras influyentes y cercanas al gobierno fueron acusadas de obtener pagos excesivos.
Estas acusaciones de corrupción, junto con el creciente descontento con sus políticas económicas, alimentaron una revuelta contra su gobierno. En 1854, Ramón Castilla, su antiguo aliado, lideró una insurrección contra Echenique, que culminó en la decisiva Batalla de La Palma en 1855. Esta batalla marcó el fin de la presidencia de Echenique, quien se vio obligado a huir del país.
Tras un exilio temporal, Echenique regresó al Perú y continuó desempeñando un papel político, aunque menos influyente, sirviendo como senador. Falleció el 16 de junio de 1887 en Lima.
El mandato de José Rufino Echenique es visto a menudo de manera ambivalente. Por un lado, intentó consolidar la deuda del país e implementar reformas administrativas, pero por otro, su gobierno estuvo marcado por escándalos de corrupción que contribuyeron a su caída. A pesar de estos desafíos, dejó una huella duradera en la historia política del Perú.