Juan Antonio Pezet, nacido el 11 de junio de 1809 en Lima, fue un militar y político peruano que ejerció la presidencia del Perú de 1863 a 1865. Su mandato presidencial está marcado principalmente por la gestión del conflicto con España durante el incidente de las islas Chincha, que provocó tensiones importantes en el país y finalmente condujo a su derrocamiento.
Pezet nació en una familia influyente y comenzó su carrera militar a una edad temprana, participando en la Guerra de Independencia del Perú. Luego se distinguió como oficial en varias guerras civiles peruanas durante las décadas de 1830 y 1840. Su experiencia militar y habilidades diplomáticas lo llevaron a ocupar varios cargos en el gobierno peruano antes de ser elegido vicepresidente bajo el gobierno de Miguel de San Román en 1862.
Tras la muerte de San Román en 1863, Pezet asumió la presidencia como vicepresidente, heredando una situación diplomática difícil con España, que exigía compensaciones financieras tras un incidente en las islas Chincha, una región rica en guano, un recurso vital para la economía peruana. En 1864, España invadió las islas Chincha, un acto considerado como un intento de recolonización. En lugar de responder inmediatamente con fuerza, Pezet optó por un enfoque diplomático y negoció con España para evitar una guerra a gran escala.
Sin embargo, su decisión de negociar y firmar un tratado que muchos peruanos y figuras políticas y militares influyentes, como Mariano Ignacio Prado, consideraban humillante, provocó una ola de descontento nacional. Pezet fue criticado por su falta de firmeza frente a España, y esta crisis finalmente condujo a su derrocamiento en 1865 por un levantamiento militar liderado por Prado.
Después de su destitución, Pezet se exilió en el Reino Unido durante varios años antes de regresar al Perú. Nunca volvió a ejercer un papel político importante tras su regreso. Falleció en Chorrillos, Lima, el 24 de febrero de 1879.
El mandato de Juan Antonio Pezet sigue siendo controvertido en la historia del Perú. Algunos lo consideran un estadista prudente que buscó evitar una guerra devastadora, mientras que otros lo ven como un presidente débil que no supo defender los intereses del Perú frente a la agresión extranjera.