No eres la estatua que detiene los aires, la que inquieta
los cielos. No permaneces en la memoria de los hombres, apenas un azor te
recuerda enredando tus cabellos duros.
¿Por quién pretendes pasar mujer terrestre?
Tus caderas no son música ni tus senos ríos de la noche, deseos ardan como
la muerte bajo tus pies desnudos. Pierde la esperanza de expandirte por los
vientos, de sobrevivir
a los desastres que devoran los astros y ahora mi lengua.