Conocí a don Macario; era un honrado barbero que tuvo tienda pública
en Malambo, allá cuando Echenique y CastiIIa nos hacían turumba
a los peruanos.
Vecina a la tienda había una casita habitada por Chomba (Gerónima),
consorte del barbero y su hija Manonga (Manuela), que era una chica de muy buen
mirar, vista de proa, y de mucho culebreo de cintura y nalgas, vista de popa.
Don Macario, sin ser borracho habitual nunca hizo ascos a una copa de moscorrofio;
y así sus amigos, como los galancetes o enamorados de la muchacha, solían
ir a la casa para remojar una aceitunita. El barbero que, aunque pobre, era
obsequioso para los amigos que su domicilio honraban, condenaba a muerte una
gallina o a un pavo del corral y entre la madre y la hija, improvisaban una
sabrosa merienda o cuchipanda.
En estas y otras, sucedió que, una noche, sorprendiera el barbero a Manonguita,
que se escapaba de la casa paterna, en amor y companía de cierto mozo
muy cunda.
Después de las exclamaciones, gritos y barullo del caso, dijo el padre:
--Usted se casa con la muchacha o le muelo
las costilIas con este garrote.
--No puedo casarme--contestó el mocito.
--!Cómo que no puede casarse, so canalla! --excIamó el viejo,
enarboIando el leño; es decir que se proponía usted culear a Ia
muchacha, así... de bóbilis, bóbilis... de cuenta de buen
mozo y después. . . ahí queda el queso para que se lo coman Ios
ratones? No señor, no me venga con cumbiangas, porque o se casa
usted, o lo hago charquicán.
--Hombre, no sea usted súpito, don Macario, ni se suba tanto al
cerezo; óigame usted, con flema, pero en secreto.
Y apartándose, un poco, padre y raptor, dijo éste, al oído,
a aquél:
--Sepa usted, y no lo cuente a nadie, que no puedo casarme, porque... soy capón;
pregúntele al doctor Alcarraz? si no es cierto que, hace dos años,
para curarme de una purgación de garrotillo, tuvo que sacarme el huevo
izquierdo, dejándome en condición de eunuco.
--¿Y entonces, para qué se la llevaba usted a mi hija?--arguyó
el barbero, amainando su exaltación.
--!Hombre, maestrito! Yo me la llevaba para cocinera, porque las veces que he
comido en casa de usted, me han probado que Manonga hace un arroz con pato delicioso
y de chuparse los dedos.