Por un camino solitario iba una negra montada en una burra: trus, trus, trus, trus, cuando de repente
"¡Ay, Jesú!" gritó la negra dando un brinco junto con la burra: de las chacras vecinas había entrado en
el camino un negro montado en un burro. Pero en seguida la negra se dio cuenta que era su compadre y,
abanicándose con la mano y al mismo tiempo resoplando, le dijo:
-Qué suto mia dao uté, compaire.
-Hola, comairita, cómo etá uté.
Y montados sobre sus animales se fueron juntos por el camino.
-Compaire- dijo más adelante la negra mirando al negro por el rabillo del ojo-, el camino ta solito.
-Ujú- dijo el negro sin mirarla.
Siguieron avanzando y la negra nuevamente habló:
-Compaire, yo le tengo miedo a uté.
-¿Ujú?- dijo el negro, esta vez también sin mirarla.
Al llegar donde el camino trazaba una curva prolongada, la negra volvió a hablar:
-Compaire, uté me quiede tumbá.
Entonces el negro la miró y dijo:
-Comairita, si yo la tumbo en ete camino, ¿uté grita?
-No, compaire, poque hata ronca etoy.