En una anticipada despedida

Carlos López Degregori

Espejo que de pronto despiertas y caminas por el cuarto
abrazando por última vez a la cama, a las sillas,
al ropero
en una anticipada despedida
que algún día tendrás que devolver.
Te llevas mis negras alas de ángel
risas, sombras, murmullos, traiciones, arañazos
que fueron contigo pareciéndose a mi cara.

Mañana me comenzarás a doler.
Mañana golpearé con mis manos de fierro
el lugar que has dejado
vacío en la pared
y se me hincharán los labios de repetir
que siempre fuiste un mal espejo
y ya sólo deseo que te pierdas.
Pero no será verdad.
Te quiero bien.
Huye de los ropavejeros en las calles que pueden atraparte,
no te hundas en un lago o vueles en relámpagos,
no vayas a trizarte.

Y mañana,
si tienes suerte y sobrevives,
si despiertas inexplicablemente en mi habitación
al otro lado del mundo
y si en ella no estoy porque he salido
para no regresar más
o he enfermado de carbón
o he muerto:
recuerda que siempre fuiste un mal espejo
y un mal espejo, para descansar al fin, debe entregar
lo que retuvo:
ya mi cara no será importante
quédatela seca
pero devuélveme mis alas que las voy a necesitar:
guárdalas bien dobladas en el ropero otra vez,
siéntalas en las sillas,
tiéndelas, para que me esperen dormidas, en mi cama.